El trabajo en equipo en la agricultura son como los engranajes de un reloj: si no están alineados es muy difícil que funcionen correctamente, y es por eso que en esta actividad es un punto crucial e infaltable.
Cada persona que aporta, tiene un papel muy importante en este largo proceso, ¿quieres saber por qué? El agricultor venezolano Ramon Bolotín te lo cuenta más abajo.
En la agricultura se requieren dos cualidades muy importantes: la paciencia y la colaboración. No obtenemos lo que buscamos en un abrir y cerrar de ojos; solo el hecho de sembrar una semilla requiere estudio y dedicación para poder hacerlo en el momento adecuado y en el lugar correcto.
Detrás de los terrenos arados y sembrados, creemos que solo está “el agricultor” como unidad y pensar esto es como imaginar un equipo de fútbol de un solo jugador. La verdad es que desde la siembra, hasta la cosecha y la comercialización, hay una sumatoria de esfuerzos de una gran cantidad de personas sin las que sería imposible cosechar resultados.

Este trabajo conlleva el esfuerzo y vigor de muchos, quienes dejan su marca en cada etapa del cultivo de maíz. Desde el especialista en suelos que provee la información de la fertilidad de éstos y sus características, hasta el conductor de la rastra que prepara los cultivos de maíz para su perfecto desarrollo, o el agricultor que siembra las semillas de maíz y cosecha, hasta el conductor del camión que lo lleva a su destino. Cada uno deja su huella y sin alguno de ellos, nada es posible.

Un ejemplo de esto es la historia de la familia de Ramón Elias Bolotín, ingeniero agrónomo de profesión y agricultor desde hace más de tres décadas, quien reside y trabaja en Turén, estado Portuguesa, donde se produce la mitad de los cereales de todo el pueblo venezolano.
Es un agricultor de segunda generación, pues sus padres (quienes eran inmigrantes europeos) llegaron a Venezuela para buscar un mejor futuro en tierras llaneras, donde aportaron cada día trabajo y dedicación para formar, junto a otros agricultores y trabajadores, la colonia agrícola que hoy en día es Turén.
Sus hijos (que ya se dedican a la siembra) y su esposa saben la importancia de trabajar en equipo en un país con adversidades y en una actividad tan importante como es la agricultura, y es por esto que también son una parte fundamental en el trabajo de Ramón.
A Ramón lo hemos acompañado por más de dos décadas en la ardua labor que es la siembra de maíz. Hemos sido más que socios; hemos sido amigos y compañeros en cada etapa del cultivo de maíz.
Este apasionante trabajo requiere del aporte de cada una de las personas que hacen posible la excelencia para ir más allá y seguir cosechando éxitos.
Ramón es consciente de las dificultades por las que está atravesando el país, pero precisamente por eso, sabe muy bien que las semillas de maíz híbrido DEKALB® no lo defraudarán, y sabe también que la siguiente generación tendrá a DEKALB® como su socio, amigo y compañero, así como él y otros agricultores lo ha tenido en todo momento.
Esta familia de maíz se ha mantenido (y se mantendrá) firme y comprometida con todos los agricultores venezolanos a pesar de las adversidades. El trabajo duro forma parte de nuestros valores y los de todos con quienes colaboramos para conseguir el maíz perfecto.
DEKALB® acompaña a todos estos trabajadores, quienes como Ramón, hacen todo lo posible en cada paso que dan para cumplir con esta meta que nos une, formando una gran cadena indestructible, que cada día va creciendo, mientras aportamos más. Porque al final del día, juntos somos más.
